Ñavegando

Hola!!

Mientras investigaba para mi tesis sobre las películas de la sobremesa veraniega, llegué a varias páginas interesantes (que por supuesto no tienen nada que ver con el tema) que leí con gran interés y olvidé en la carpeta de favoritos del navegador. Pero una de ellas me llamó la atención de forma especial. No la página en sí, sino un pequeÑo apartado :P Aquí está:

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CiÑe (Círculo independiente Ñ de escritores), Almiar (Margen Cero), Literaturas.com, Babab.com, elllantodelaslibelulas.com y ababolia.com convocan un concurso literario internacional de microcuentos con la intención de promover la lengua española y, en especial, hacer presión sobre las autoridades competentes para exigir la implementación de nuestra querida consonante —la Ñ— y todos nuestros acentos en los protocolos de internet.

(bases y texto completo)
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A mí los microcuentos no se me dan especialmente bien, pero me parecía un tema que, bien llevado, podía ser bastante divertido :) Así que me puse manos a la obra.

Cuando ya lo tuve medio terminado (después de hablar con uno de mis críticos más feroces) comenté la idea del concurso con otra componente de mi Club de Lectores particular... y le gustó. En poco tiempo supe de otras tres microvisiones del destierro de la eñe en el ciberespacio ^_^

De todos modos, los respectivos autores tienen la última palabra en cuanto a difundir su obra (que, en todos los casos, merece más de una lectura), y todavía ninguno lo ha tendido, al menos en una cuerda de la ropa pública. En cuanto lo hagan (o tenga su permiso para hacerlo yo) las tendréis a mano.

Animo a todo el que lea esto a hacer su propia versión de los hechos. Recomiendo que la haga ANTES de leer la versión de cualquier otra persona, aunque conozco casos de personas que la han escrito después y son muy buenas. Vamos, que vosotros veréis.

De momento, aquí está la mía.

¡Ups! ¡Que se me vuela el peluquín!

La culpa es de las iñglesas

- ¡Qué incompetencia! ¡Qué falta de… de… de… profesionalidad! – gritaba el director, rosado y sudoroso - ¿Cómo ha podido permitirse ese… ese… despropósito? ¡Usted debía llevarle a la ceremonia!
El interfecto sólo quería escabullirse entre los pliegues del sillón, antes de que su jefe terminara de convertirse en un cochinillo.
- Bueno, yo…
- La prensa se nos echará al cuello, la opinión pública nos destrozará…
El director se pasó la mano por la cara, cansado. Después le miró, como un padre, y habló con una pena infinita.
- ¿Acaso no te acuerdas? Lo difícil que fue contigo, lo que luchamos… ¡Esto era su reconocimiento internacional! ¡Nada menos que entrar en Internet!
- Señor…
- Fuera de aquí. Lárguese. Y no vuelva, a menos que vuelva con él.

Salió del despacho casi corriendo. Ya a salvo en el ascensor, sacó la postal del Big Ben del bolsillo interior de su chaqueta.

“Añorado LL:
Siguiendo mi empeño por desentrañar lo añejo de este pequeño mundo que es Londres, se me ha cruzado una mujer de cara aniñada que ha hecho añicos todos mis planes. Me quedo. Prefiero la maraña de su pelo a la de la red de redes.
Espero que te apañes con el jefe... y que me perdones. Siento mucho empañarte el expediente.
Cariños,
Ñ.”
La guardó con una sonrisa. Qué pillo.