30.12.06

El ponche de San Silvestre

8 comentarios

La última noche del año es y será mágica, por más que nos empeñemos en emborracharla y encerrarla en una discoteca. Es un símbolo de transición desde los romanos, que usaban para caracterizar a Enero al dios Janus (con dos caras, una de un anciano que mira atrás, al año que se va, y otra de un joven que mira al frente, al principio del que llega).


El dios de las puertas, de los principios y los finales.

Por supuesto, una noche tan inspiradora no podía dejar de estar en el Ciclo de Lecturas. Esta misma mañana este libro ha destacado de alguna forma entre los otros de mi estantería, y no he podido evitar hablarte de él. Además, es uno de mis pocos tesoros en tapa dura, y eso (y sus ilustraciones) le hacen muy especial.

Desde que lo leí, las palabras-catalejo me han dado vueltas en la cabeza, hasta que descubrí el idioma materno del autor, y con él el origen de las mismas. Además, Belcebú Sarcasmo y Tirania Vampir, y el entorno en el que se desarrolla su historia, me parecieron terroríficamente sugerentes. De una forma u otra, este autor siempre lo consigue. Pero ya te contaré más de él; éste no será el último libro suyo en el Ciclo ;)

De momento, celebremos, que son días de eso ^_^ Te invito a un poco de punsch. ¿Te apetece?





- Está bien - le gritó súbitamente -. Te lo diré, maldito calavera dura. Pero antes tienes que jurar por el Tenebroso Banco-Palacio de Plutón que luego me venderás tu parte del rollo de pergamino.

El mago rezongó algo e hizo un ambiguo movimiento de cabeza que podía interpretarse como un asentimiento.

La bruja acercó su silla a la de su sobrino, se sentó jadeando y dijo con voz apagada:

- Ahora escúchame: se trata de la receta para el fabuloso ponche genialcoholorosatanarquiarqueologicavernoso de los deseos. Es uno de los más antiguos y poderosos hechizos negros del universo. Sólo funciona la noche de San Silvestre, porque entonces el deseo tiene una virtud muy especial. Hoy nos encontramos precisamente a mitad de las doce noches que hay entre Navidad y Reyes, durante las cuales, como es sabido, andan sueltas todas las fuerzas de las tinieblas. Por cada vaso de esta bebida mágica que uno toma de un trago se le cumple un deseo, si lo formula en voz alta.

Sarcasmo había escuchado la explicación de la tía con los ojos extraviados. Su cerebro estaba trabajando. Preguntó con gran excitación:

- Por el Giga-Gamma-Super-Gao, ¿cómo puedes estar segura de eso?

- El modo de empleo se halla al comienzo de la receta, en la parte del pergamino que tengo yo.

Por el cerebro del mago cruzaban como relámpagos mil pensamientos distintos. De pronto había descubierto que ese ponche de los deseos le permitiría subsanar en un abrir y cerrar de ojos todas sus omisiones en materia de maldades. Lo que tan repentina e inesperadamente estaba a su alcance era su salvación. Aún podía darle un chasco al alguacil infernal. Pero, naturalmente, tenía que conseguir ser el dueño exclusivo de aquella fabulosa bebida. En ningún caso le daría ahora a la tía su parte del pergamino, por mucho que le ofreciera a cambio. Al contrario, tenía que hacerse con la parte de la bruja a cualquier precio, aunque tuviera que quitarle la vida o enviarla a una galaxia lejana mediante un conjuro. Pero eso no era tan fácil de hacer como de imaginar. Él conocía demasiado bien los poderes de la bruja y tenía poderosas razones para guardarse de ella.

[...]

De repente, Sarcasmo dio media vuelta y dijo:

- Me temo, querida Titi, que no vamos a sacar nada en claro, aunque lo siento por ti. Te has olvidado de un detalle o, más exactamente, de dos: del gato y del cuervo. Ellos querrán estar presentes. Y como tienes que formular tus deseos en voz alta, se enterarán de todo. Y entonces se te echará encima el Consejo Supremo de los Animales. [...]

Tirania sonrió, y sus dientes de oro volvieron a brillar.

- Eres muy amable conmigo, muchachito. Me alegra que te preocupes tanto por mí. Pero estás muy equivocado. ¡El gato y el cuervo tienen que estar presentes! Y es muy importante tenerlos como testigos. En eso está precisamente la gracia del asunto.

- ¿Cómo es eso?

- A fin de cuentas - explicó la bruja - no se trata de una pócima cualquiera. El ponche genialcoholorosatanarquiarqueologicavernoso tiene una propiedad que es ideal. Transforma en lo contrario lo que uno desea. Desea uno salud, y surge una epidemia; habla uno de bienestar general, y en realidad provoca la miseria; habla uno de paz, y el resultado es la guerra. ¿Has comprendido ya que se trata de una poción maravillosa?

Tirania sonrió de placer y prosiguió:

- Ya sabes cuánto me gustan los actos benéficos. Son mi pasión. Pues bien, hoy voy a organizar una fiesta, ¿qué digo?, ¡una orgía benéfica!


"El ponche de los deseos", Michael Ende

26.12.06

Viajes con pelusa: VIENA (II)

7 comentarios

Museo de Belvedere

Es una ciudad increíble. Desde luego, a mí me encanta. Supongo que para los humanos será algo distinto, porque yo voy metido en el bolsillo del turista humano en cuestión, y ni me canso a andar, ni me dejo el presupuesto en transportes… Bueno, a lo nuestro.


Como todos los viajes, éste empezó demasiado temprano, pero eso son gajes del oficio y de las compañías baratas de vuelo. Después de unas horas, empecé a oír hablar en inglés desde dentro del bolso amarillo, y cuando conseguí asomarme al exterior, me encontré con la Navidad de bruces: estábamos en uno de los Christkindlmarkt que invaden la ciudad desde mediados de noviembre.


Mis dos “transportes” estaban con un lugareño tomando un brebaje humeante en medio de una calle plagada de puestos de madera, donde vendían adornos navideños de cristal, juguetes de lata, guantes hechos a mano y cosas por el estilo. Olía a canela, a especias y a licor caliente por todas partes. También olía a castañas asadas y a las cosas ricas de comer que vendían en algunos puestos.

Luego vino otra lugareña, hablando un español muy gracioso, que se alegró mucho de vernos ^_^ Me enteré, en el transcurso de la noche, de que éramos sus invitados; también me enteré de a qué habíamos ido realmente: era un viaje de turismo gastronómico.

El tema es que nuestros anfitriones habían estado unos meses en Madrid, y habían quedado tan enamorados de la comida (una cosa tan tonta como las tapas, y lo que les llama la atención, hay que ver) que querían que nosotros disfrutáramos igual en Austria. Menos mal que yo me puedo esconder fácilmente, porque yo no sé dónde tienen los límites estos chicos... eso sí, todo tenía una pinta increíble: wienerschnitzel (filete de ternera empanado... tipiquísimo de allí, quién lo iba a decir), apfelstrudel (una especie de tarta de manzana con pasas y canela) y, por supuesto, käsespätzle, lo de la foto, una pasta especial con (mucho) queso. Delicioso todo.

Esto es el käsespätle. Qué bueno...
Mmmmmm... se me cae la babilla de acordarme...

A la hora de viajar a un sitio así, una de las cosas que más preocupan al viajero en cuestión es el tema del idioma. Nuestro misterioso acompañante (que prefiere mantener la privacidad por aquello del famoseo discreto) lo pasó fatal los días previos al viaje porque, en palabras textuales, "voy a ser como Paco Martínez Soria; ¿has visto Vente a Alemania, Pepe? Pues yo igual. Verás". Pero como lo que cuenta realmente (como todos sabéis) son las situaciones límite, las palabras en inglés salieron de donde quiera que estuviesen escondidas en el momento que le tocó utilizarlas. Así que la moraleja de esto es que no importa que hables inglés como Paco Martínez Soria si vas a casa de una ex-Erasmus en Madrid... esto... que hay que confiar un poquito en las posibilidades de uno ^^

Y entre desayunos extra-grandes y tazas de punsch... de repente nos encontramos en un callejón oscuro y tenebroso. Parece que estas cosas atraen a los humanos, porque estaba lleno de padres con sus hijos. Y de repente, aparecieron.

Un peligro, desde luego...

Un gran grupo de hombres-cabra empezaron a bailar en círculo alrededor de una carretilla de madera, y por todas partes sonaban, terroríficos, sus cencerros. Me había estado informando sobre ellos, pero creo que realmente no estaba preparado para tenerlos TAN cerca. Ni Saricchiella tampoco. De nada sirvieron los fotógrafos que pululaban alrededor de ellos y les pedían poses, ni la (horrible) música navideña que no paraba de sonar de altavoces invisibles: cada vez que se nos acercaban, nos moríamos de miedo. Y nuestro misterioso acompañante no hacía más que señalarnos para que los bichos vinieran hacia nosotros ¬¬

Menos mal que luego, para olvidarnos del mal rato, nos invitaron (los lugareños, no estos bichos) a una fiesta de otra Erasmus. Después de un par de vodkas con zumo de naranja (y de un par de latas de medio litro de cerveza, al estilo austriaco) (no, yo no bebo; soy una pelusa, sólo absorbo, y en fiestas de guardar), bueno, como decía, después de unos pelotazos y de, destrozados, comer salchicha a las tres de la mañana (es un pobre sustituto de los churros después del parrandeo), pudimos despedirnos adecuadamente de una ciudad increíble:



PROUST!!! :D


16.12.06

Viajes con pelusa: VIENA (I)

9 comentarios



¡¡¡AAAAAAGGG!!! ¡¡Una manada de hombres-cabra que quieren cenar Chuku a la brasa!! ¡¡¡SOCORROOO!!!!!

Pero, ¿de dónde ha salido este tío? ¿Por qué me mira con tan mala idea con tres de sus cuatro ojos, si no le he hecho nada? Y, sobre todo, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?

Para responder a todo esto, lo mejor será atrasar unos días el calendario (ay, los viajes en el tiempo…) y situarnos en el principio de nuestro viaje.

¡Cielos, qué descortesía! ¡Si ni siquiera me he presentado! Con tantos lectores importantes por aquí… me voy a atusar un poco… ya. Me llamo Chuku, o al menos así me bautizó en su lengua mi amiga Saricchiella cuando nos conocimos. Suelo viajar mucho, pero en los meses fríos prefiero un rinconcito cálido y que huela bien, y el neceser de viaje de esta chica me viene de perlas para hacer de residencia de invierno. Además, que me cuida bien, hombre, todo hay que decirlo.

Pero vamos al tema, que me lío y me despisto. Saricchiella me pidió una colaboración para su página, y yo, indeciso como soy por naturaleza (es una de las pegas de ser una pelusa), no supe cómo empezarla. Y en cuanto me enteré del siguiente viaje de mi amiga, se me aclararon las ideas. Por tanto, primer destino: VIENA.

Un chico, una chica, una ciudad y la única noche juntos... ains...