Tiempos Olvidados (II): El origen perdido
9 comentarios¡Bienvenidos a todos! Pensando en estos días en los que se notan ciertas... turbulencias en el ambiente, os he preparado una edición especial, para vuestros ratos de sobrecarga estudiantil y tal. Y luego iréis diciendo que no os cuido :P

Empiezo esta edición, el Viaje a los Tiempos Olvidados, con lo que ha sido el detonante. Tras la insistencia paterna de dejar los libros técnicos de una vez y leer novelas como antaño (dícese de la época en que no me quedaba frita con la sola visión de mi cama), cogí uno que tenía pendiente desde hace bastante. Y así cayó en mis manos El Origen Perdido, de Matilde Asensi.
A veces me paso un poco de gafapasta. Es un secreto, así que no se lo contéis a nadie. Este libro ha sido una de esas veces. De hecho, hasta me he sentido un poco mal (bueno, la mujer vive de esto, los editores sabrán), y es que sigo sin entenderlo: ¿qué hace que un libro cualquiera se convierta en best-seller?
Vamos a mojarnos. Me gusta - no me gusta de "El Origen Perdido". Y empiezo por el no me gusta. Porque yo lo valgo.

No Me Gusta



Ni diez líneas tarda en decir, a las bravas, que el tipo es hacker. Vamos a ver. Hay un tío con un portátil y dos amigos en un edificio abandonado, utilizando claves que no debería saber. ¿Qué necesidad hay de una reflexión sobre la forma de ver la vida "para un hacker como yo"? Ni siquiera conocemos al tal "yo".

No es una profesión de verdad. Tampoco es algo que se cuente en las tertulias de la tarde. Y además una persona que de verdad sea hacker, simplemente, no lo diría. A menos que estuviera contándole historias a su sobrino pequeño en plan "oh, sí, soy hacker, pero de los buenos, y lucho contra hackers malos que quieren meter virus en el ordenador de mis amigos". Además, incluso sustituyendo esa palabra por otra equivalente según el contexto, por ejemplo, "informático", se sigue repitiendo de forma agobiante. Eso sí, al menos no está en cursiva.

Situación: pongamos que eres hacker. Tu hermano, que no lo es, está en coma desde ayer por la tarde. Nadie sabe ni lo que le pasa ni qué pueden hacer para remediarlo. Tu cuñada, la mujer de tu hermano, está de los nervios (claro). Vienen tus amigos al hospital y, agarrándote a un clavo ardiendo, les cuentas la historia más estúpida que se te ha ocurrido (esto es, que lo que tu hermano estaba estudiando tiene que ver con su estado actual). Respuesta de los amigos (totalmente seria): "Pff... tío, eres un cutre. Estás perdiendo facultades como hacker."
Para qué están los amigos.

Esto viene siendo un clásico. Me molesta mucho que me traten como si fuera tonta, y más cuando leo: si fuera tonta, no estaría leyendo un libro de 500 páginas.

He hablado sobre todo de la primera parte, pero es que en la segunda ya me cansé de sacar faltas (puede que por sobredosis). De todas formas, en la crítica que estos chicos han hecho, ponen en evidencia los patinazos científicos de la autora. De hecho, me entraron ganas de verla con una apendicitis en la selva. Por ver qué pasaba, digo. Nada personal.

Vaya una pega... a lo que me refiero es a lo siguiente: si en la primera parte del libro un personaje te cae mal, no cambias de opinión de la noche a la mañana. Incluso si estabas equivocado y el personaje no tenía por qué caerte mal. Pero es que no te cae mal porque sí, normalmente. Aparte de la razón principal (lleva el pelo verde limón), hay más cosas. Y si la razón principal desaparece (se lo tiñe de color mandarina), te seguirá cayendo mal, porque no era sólo eso lo que te molestaba, sino que era pedante y estúpido (además del dolor de ojos provocado).
Quiero decir, que el protagonista no puede decir "ah, vale, ahora confío en él/ella" o "vaya, me está contagiando su pasión por la vida", si tres páginas antes la ha puesto a parir.

Me Gusta

Esta escena me encantó. Metido en un despacho como el del dr. Jones pero en tétrico, con una tía que te hace vudú con la mirada (prácticamente), y el tío se planta delante de ella. Ganas de discutir, sí... pero yo habría salido corriendo.

¡GRACIAS! Alguien intenta encontrar la contraseña de otra persona, y esa contraseña no es ni el nombre de algún familiar, ni el del perro, ni su fecha de nacimiento... y tiene que reventarla por fuerza bruta, empleando más de tres días (no recuerdo ahora cuántos) con ordenadores de gran capacidad. Creo que es lo único científico en lo que la autora ha dado en el clavo.

Esto me pasó también con El último catón, que yo recuerde. Las escenas que describe (sobre todo las inventadas por completo) me gustan un montón, porque las dibuja muy bien. Aunque a veces parece que las alarga más de lo necesario.



Y esto ha sido lo que me ha llevado a esta edición especial. Las culturas antiguas me llaman muchísimo la atención, seguramente porque en el cole me enseñaron (más o menos) que del mono se pasaba directamente a los visigodos. Por eso, ver la forma de pensar de la gente de hace más de 3000 años, los conocimientos que tenían, lo que inventaron (y por qué), las religiones... me resulta fascinante.

Conclusión
Yo no creo que lo relea (y ya se sabe, un libro que no merece dos lecturas no merece ninguna), aunque sí puede que lo ojee en busca de nombres de dioses y de sitios (para luego pedir información a nuestra gran amiga la Wikipedia).
Y de puntuaciones... de forma personal, yo le doy un 6.5 (por tenerme una tarde buscando mapitas y fotos de ruinas aymaras), pero siendo objetivos, la nota es más baja. Con todo, si no se es muy picajoso, está entretenido.